“Mátate. Será inmediato”, le murmuraba.
Penélope esperaba todos los días sentada en la estación de tren para ir a su trabajo; parecía esperar por aquel a quien amar. Un 20 de Octubre quien recibiera su virginidad se atravesaría con ella.
Él se disfrazó de oscuridad para arrancar su vestido junto a sus deseos de vivir. Descargó su ira complaciendo deseos inhibidos; deseos silenciados cuando se accionó el gatillo de lo que él escondía.
Sangre y desnudez vistieron a la estación 13. Penélope sólo escucha un dulce susurro, murmullo de una bala que la desea.
El grito del proyectil le ganó al susurro de la pistola y terminó complaciendo al dedo suicida que acarició su sufrimiento. ¡Bang!